6 oct 2014

Boom

Claro. Clarísimo... y nadie lo notó: le tomaban el cuerpo.
Primero, el estómago. Luego sube por los pulmones, se apodera la garganta hasta llegar a la expresión facial (hasta el momento neutral); una contractura de casi más de la mitad de los músculos faciales. La mirada vacía, oculta, perdida. Y aún así nadie lo noto. Si prestábamos atención hasta podíamos escuchar el sonido de la pequeña explosión, la hemorragia interna, la destrucción de cada vaso sanguíneo. Todo en una fracción de segundo.
Vivimos en un mundo verborrágico, sabés. Me parece que tu análisis no es para nada común. El silencio. La empatía física, el mirar a los ojos, no ver, mirar, realmente mirar. Tenés suerte, a vos te tomaron el cuerpo. ¿Cuánto durará? Noches, días, semanas tal vez. Pero la individualización, la enajenación, la inconsciencia durante la vigilia... de ahí es más difícil salir. Y se sufre menos. Y aún así elegís cada día tomar la pastilla roja.

Che, escuchame. Esto, ¿de qué sirve en un mundo lleno de plástico que respira?
Los desvelos nocturnos hartos de rutina mundana. Y me encontré perdida, al menos con la certeza de estarlo. Sabía que oscilaba entre sueños y realidad, agonizaba en términos melancólicos y despojaba de mí la poca conciencia que quedaba. Y vos y todos; "[...] la propia existencia se complica cuando descargamos energías en los demás"
"...balbuceando palabras sin sentido en un borrador con la esperanza de encontrarte" [encontrar-te] escribió el teclado predilecto. O escribió o elegí... Quiero decir, retomar la idea, encontrar la solución del actual e insistente problema de la separatidad humana (según Fromm) en algo que no sea ajeno. Aún así, poseer personas es más satisfactorio que el consumismo tradicional.