8 oct 2018

La suculenta

Elegí una planta del jardín. Quería probarme a mí misma, traer una pequeña suculenta a convivir conmigo en la habitación con menos entrada de luz de la casa. Requería de mí sólo agua y que cada tanto la saque al sol. Pasaron unas semanas y
veníamos bien pero
me olvidé de su existencia.
Empezó a morir
desde la raíz.
La saqué afuera culpándome por joven muerte. Pasaban los días y cada vez sostenía menos hojas. Cuando sólo quedó una, tomé la decisión amateur de cortarle esa especie de callosidad seca que componía la parte inferior de su tallo. Astillé la parte verde del tronco para volver a sumergirla en la tierra. Esta vez, mojada.

...Cómo, a veces,
la muerte de las raíces que éramos
deja que nos broten hojas
-nuevas-
Camino eléctrica por los pasillos de casa, me gustaría acordarme qué soñé anoche, sé que era algo importante. Recuerdo haber pensado algo-así-como teorías sobre el olvido y la realidad lineal -que no lo es-. Lo pensé antes de acostarme cuando me dí cuenta de que otra vez hice pis y no fui a buscar el papel higiénico, porque mientras, pensaba dónde había dejado la llave para cerrar la puerta. Y creo que me enojé, por el papel, por la llave, hice un berrinche, volví a revolver la cartera, perdí cuarenta y seis minutos de sueño y me acosté. Soñé -era algo importante- y no puedo acordarme sobre qué era pero estoy segura de que ni bien abrí los ojos esta mañana lo sabía de principio a fin. Dejé de merodear, me senté en el indoro
y estoy meando,
de vuelta,
sin
papel.

Entonces, escribo:

¿Qué pasaría si
todas las decisiones que tomara
fueran efectuadas con el cien porciento
de las llaves
los errores
las humillaciones
las personas
los años
el tiempo
la memoria
de lo que ya viví?

...¿dónde estaría hoy?