Claro. Clarísimo... y nadie lo notó: le tomaban el cuerpo.
Primero, el estómago.
Luego sube por los pulmones, se apodera la garganta hasta llegar a la expresión
facial (hasta el momento neutral); una contractura de casi más de la mitad
de los músculos faciales. La mirada vacía, oculta, perdida. Y aún así nadie lo
noto. Si prestábamos atención hasta podíamos escuchar el sonido de la pequeña
explosión, la hemorragia interna, la destrucción de cada vaso sanguíneo. Todo
en una fracción de segundo.
Vivimos en un mundo verborrágico, sabés. Me parece que tu análisis
no es para nada común. El silencio. La empatía física, el mirar a los ojos, no
ver, mirar, realmente mirar. Tenés suerte, a vos te tomaron el cuerpo. ¿Cuánto
durará? Noches, días, semanas tal vez. Pero la individualización, la
enajenación, la inconsciencia durante la vigilia... de ahí es más difícil salir.
Y se sufre menos. Y aún así elegís cada día tomar la pastilla roja.
Che, escuchame. Esto, ¿de qué sirve en un mundo lleno de
plástico que respira?