La inconsciencia probablemente sea mucho más cómoda y placentera que el
nudo estomacal existencialista.
— "El prójimo guarda un secreto: el secreto de lo que soy."
Se
corta la luz. No encuentro el encendedor. Me quemo el dedo con cera de vela.
— Qué efímero el ser y qué eternos los artificios.
Por qué no también quemar mi lapicera preferida.
— La aureola negra baila al ritmo del silencio. Qué calma la
oscuridad.
Empieza a sonar la alarma de un auto.
Todavía aturdida por el corte de luz y por no haber
encontrado con rapidez el encendedor. Final de hoja, el dedo todavía duele.
— El pensamiento es atemporal, si se quiere. El tiempo no
existe pero la existencia es finita. Exhalamos dióxido de carbono. Cada segundo
que pasa se le resta vida a la suma de conciencia.
La alarma recién paró de sonar. Tomé agua, todavía me duele
al tragar. El ibuprofeno no hizo nada, otro envenenamiento en vano.
— Las velas se consumen más rápido de lo que se espera. Se
tornan garras deformes, puntiagudas, antiestéticas.
Escribí otra frase en el cuaderno. Empezó a sonar la alarma
del auto, de vuelta. Quieren volverme loca.
— Lo bueno de su inerte vida es que el fuego va a ser apagado
antes de estar completamente consumida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario