Preparando las valijas para irme de viaje, estaba a punto de
partir cuando me acuerdo de que me olvidé algo en la habitación. Salgo, apago
la luz, queda prendida, sí, queda prendida, por más veces que apriete el
interruptor... sueño lúcido, claro. Cómo no lo ví antes. Cómo cada vez que me
percato de que soñé aún estoy soñando. Tantas veces me prometí no entrar en
pánico que el hecho se concretó por sobre análisis. Conscientemente el piso me
empieza a consumir, mi cuerpo se siente volátil y la habitación se transforma
en un infinito blanco que deviene en una pseudo-proyección astral y para
después caer en mi cama, fugaz, echar una mirada a la puerta y ver aquella silueta negra y perturbadora moviéndose aleatoriamente a lo largo de la
habitación, asechando a su presa, para después de tanto gritar al fin abrir los
ojos.
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