era un ramo de flores vivo, tres o cuatros plantines apilados en un balde
el balde no tenía agujeros y yo no me di cuenta
la regué incansablemente, pensando que estaba sedienta
porque nunca sobraba agua debajo
ilusión por contraste: la idea de la sequedad ahogó mis plantines
el sobrecuidado, que a la vez fue descuido
dejé las flores morir y ubiqué la maceta en la ventana
cementerio predilecto de las plantas de casa
macetas plásticas que alguna vez fueron albahacas de supermercado exhiben pinchos amarillos,
junto con la begonia que me regalaste en san valentín 2024, si es que era una begonia, está tan achicharrada y amarilla que ya no distingo rastros ni formas de vida, aunque desde el principio pude ver en ella la falta de pulsión y fuerza, el alma corta de lo que está más cerca de la tierra que del sol
y ahora, el balde negro sin agujeros con cuatro plantines ahogados
pasó el verano: junio, julio, agosto, septiembre
nadie mira la ventana, o al menos, la parte baja donde duermen las macetas de plástico
son un recuerdo del descuido, del fracaso, de la falta de atención o voluntad
un recuerdo de muerte
qué gracioso que la única certeza en vida sea tan ignorada
será que al humano no le gustan las certezas?
un día de fin de verano, el cementerio invernal de la ventana se llevó mi atención:
entre tanta muerte y putrefacción (de hongos y moho y agua estancada podrida) nace un brote
verde y vivo
ja! claro que las certezas traen sorpresas también
me río, porque la vida sutil que late en todo me hace un chiste: de esos que te hacen sentir tonto y feliz a la vez
me da ternura y esperanza y miedo
siento que si lo toco o si me importa demasiado puede morir de nuevo
de sobrecuidado o agua o expectativas
y ahí queda mi brote, vaya a saber uno de qué parte del frankestein floral
nació de semilla? de raíz? de lo putrefacto y muerto? de la esperanza? del verano?
hoy, casi un mes después, vacié el cementerio
mezclé toda la tierra barata y raíces y tallos de plantines de albahaca de supermercado, la del balde y de la supuesta begonia de san valentín
separé el brote y lo planté en su propia muerte
lo dejé en la ventana como símbolo de esperanza, de cinismo o chiste, y para no sobrecuidarlo
porque lo que nace de la muerte es silvestre
y le pertenece a la vida sutil que late en todo
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