25 feb 2018

Canal

– Anoche me convencí de que todos los días de la existencia deberían tener algo especial que los caracterice. Algo.

La sala de espera devolvía ecos difusos. Gritaba y no miraba a nadie, la vista inhumana y vidriosa perdida en el escritorio de la secretaria.

– …una mirada, persona, saludo, roce, beso. La hoja seca que crujió más de lo debido, un extraño sonriendo en sincronía, la imagen de una constelación encontrada a las 02:20 a la altura 2020 por calle Urquiza, el pájaro que te cagó la mano cuando pasaste al lado de un chico que te parecía lindo, ¡algo!

El resto de los pacientes mirando el piso, evitando demostrar vergüenza ajena por compasión. O incomodidad. En teoría, puede ser la paciente del hospital psiquiátrico que está a media cuadra, ¿debería alguien hacer algo?

– …desmotorizarse, perder el miedo a lo desconocido y hacer consciente la magia universal, amar la noche, la libertad, deshabitar lo mundano

¿Debería alguien entablar conversación con ella para que deje de hacer el ridículo?

– Algo.

La muchacha cesó de hablar, miró los ojos de quienes fijaron tímidamente la mirada en ella cuando hizo silencio, se levantó y dejó la habitación.
Los espectantes empezaron a murmurar, algunos decían que era paciente del psiquatra que atiende en el piso de arriba, otros afirmaban haberla visto mendigando en la puerta de algún manicomio. Dos señoras cercioraban que estaba poseída.
Se expusieron todas las teorías y de a poco disminuyó la euforia y reinó el silencio. Y el frío. Entraban y salían de los consultorios, cada tanto se los escuchaba hablar de sus dolencias y el clima.

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