10 nov 2020

Hago el amor porque quiero correr o construir

las visualizaciones de la siesta se generan con otra piel
y la misma calma

sanar el pasado es un proceso no racional

que siga siéndolo

5 nov 2020

Jacarandá en primavera

Flores de jacarandá golpean mi cuerpo
el aire está frío
qué extraño es dejar atrás un hogar, pienso
los baches de la calle invaden mi trance
escribo algo que ya sentí pero que aún recuerdo
algo así debe ser
llevar dentro cosas que aún hay que reconocer
sombras de lo proyectado que no se desdibujan
volver a confiar y sentirse segurx
los grandes cambios son también grandes canalizaciones
sólo hay que saber escuchar
sí, como esa canción
algo así debe ser

3 nov 2020

Tilo, melisa, té verde y naranjo hojas, la libreta de una señora muerta

Quisiera que el
futuro no esté ya escrito
en estas páginas

quisiera manipular
las aristas
las analogías
mis palabras
como si no supiera
que al final
el libro es el encuentro
en sí mismo
de lo que alguna vez
alguien se atrevió a decir
las páginas, gastadas
siendo únicamente lo que son,
naciendo grabadas de impresión
GRITAN!
y al abrir la tapa
las hojas se desprenden

Construir un hogar

La memoria es una estela fantasma que pasa al lado mío pero no me toca. 

¿Cuántos sueños pueden caber en veintitrés años? 

Quiero enumerarlos con la mano pero mis dedos sudan. 
Pienso en la memoria pero en aquella que no puedo ver, si no tocar. 

Cuatro paredes que encarnan sigilos en lápiz abajo de pintura blanca. En esta habitación somos alteregos, teseracto de un cuarto de siglo, de un cuarto de infancias, de líneas, cortes y curvas. 

El fuego de la vela tiembla pero adentro no corre aire. XVI La maison diev. 
Dieciséis de diciembre de dosmilveinte.

¿Qué es un hogar?

El temor al desarraigo es propio de alguien que nació en una ciudad sin historia. Creo frotar la sangre adherida a los huesos para escribir sin condicionamientos la próxima luna llena.

Valet de deniers. Miro la copa pero no hay nada adentro. 

Rasguño mis hombros con lágrimas del pasado, las copas se llenan. Tres de copas. 
Lo colectivo me abraza.


23:38

La espuma desliza por el vaso. El segundero de un reloj que tic-taquea siempre en el mismo lugar. Son las once y treinta y ocho. La cuarentena despellejó los restos de registro de tiempo que se escondían en mis muñecas. Pienso en las pequeñas muertes, en la soledad inminente, o al menos, aquella que precede un nuevo nacimiento. La soledad y la incertidumbre son dos agujas que no deberían tocarse, aquél reloj descompuesto que marca pero no define. Debería escribir más. Debería escribir más largo, escribir un guion, ir a terapia, tirar las cartas del tarot, hacer un fanzine de dibujos. Correr dentro de un reloj descompuesto es hiperventilarse. Los lápices están rotos. Creí que había enterrado, compostado y reciclado las malezas del jardín, pero el jardín es el parásito, y las malezas son su única alternativa. Sacarme los ojos para ver desde afuera ya no es una opción. Temo la sonoridad de la palabra calcificación. Temo ser consciente del endurecimiento. Las once y treinta y ocho no es un mundo apto para habitar, pero aún así existe todos los días. Y es eterno.

31 de octubre 2020

[...] Quisiera poder escapar de los lugares que conozco, aquellos que creo seguros. Quisiera tener mil hogares, mil compañerxs, mil posibilidades. Quisiera dejar de enumerar todo lo que necesito cuando ya está sucediendo. Quisiera saber qué es lo mejor para mí. Cuál es la energía que dispongo. Saber qué es lo que la gente busca en complicidad del mundo.
Quisiera ser sencilla
y ni siquiera
sólo ser.
Y que todo fluya
al rededor mío
y se desenlace
sin tener que sentirme mal
por ello