8 oct 2018

La suculenta

Elegí una planta del jardín. Quería probarme a mí misma, traer una pequeña suculenta a convivir conmigo en la habitación con menos entrada de luz de la casa. Requería de mí sólo agua y que cada tanto la saque al sol. Pasaron unas semanas y
veníamos bien pero
me olvidé de su existencia.
Empezó a morir
desde la raíz.
La saqué afuera culpándome por joven muerte. Pasaban los días y cada vez sostenía menos hojas. Cuando sólo quedó una, tomé la decisión amateur de cortarle esa especie de callosidad seca que componía la parte inferior de su tallo. Astillé la parte verde del tronco para volver a sumergirla en la tierra. Esta vez, mojada.

...Cómo, a veces,
la muerte de las raíces que éramos
deja que nos broten hojas
-nuevas-

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